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Publicada en la edición 45° de la revista Cronopio en noviembre de 2013
El
sueño revolucionario
Historia
de Mayta
Mario Vargas Llosa (1984)
Editorial Seix Barral
346 páginas
Cuando empecé a leer Historia de Mayta asocié,
inmediatamente, el estilo de escritura de este libro con el que Mario Vargas
Llosa utilizó en su novela Conversación
en la catedral (1969) en la que se encuentran párrafos difíciles de leer:
cada frase refiere una escena y una anécdota distintas sucedidas en diferentes
momentos; se mezclan los diálogos sostenidos en diversas épocas y con variados
personajes; con frecuencia, las frases se continúan en otros contextos unidas
por la misma palabra, y sin cambiar de párrafo, a línea seguida, cambia la
descripción de la situación. El tiempo no corre en forma lineal: se superpone
en carreras paralelas que a ratos se cruzan, se entrelazan, se dividen y
vuelven a juntarse. Un estilo muy particular pero que al persistir en la
lectura, el lector entiende la forma en que el autor expresa los sucesos y así
se desarrolla gran interés por conocer la trama y el desenlace.
La Historia de Mayta está escrita en primera persona y, en ocasiones,
la voz del narrador se mezcla con la del protagonista y la del escritor. El
narrador obtiene toda la información a través de diálogos con los diferentes
compañeros de lucha con quienes Mayta, tiempo atrás, se lanzó a crear un
partido, el POR (T) para hacer una revolución socialista. De esta manera,
confronta opiniones sobre los ideales revolucionarios que tuvieron en esos años
y lo que quedó de ellos. El retrato que nos hace de Mayta es detallado al
inicio y solo añade pocos datos característicos a lo largo de la novela, manejo
que acerca al lector a este personaje y hace que, en algún momento, asociemos
vivencias políticas nuestras, de los años 80, con las que se vivieron en el
Perú en esa época.
El tema de Historia de Mayta es esencialmente
político, que crea un debate acerca de la libertad y termina siendo una
historia de fracaso y desesperanza. En todos los escenarios en que el narrador
ubica su relato, describe las calles, las casas, las personas y sus
sentimientos, sensaciones y emociones, haciendo siempre una comparación entre
lo que fueron, veinticinco años antes, y lo que son en los momentos de las
entrevistas.
En la Historia de Mayta Vargas Llosa cuenta la
vida de un personaje que, con un pequeño grupo de hombres, proyecta y realiza
un intento de revolución trotskista en 1958, época de conflictos ideológicos y
pasiones políticas, similares a los que se presentaron en la mayor parte de los
países latinoamericanos.
En la primera página,
el autor nos ubica en una playa de la ciudad de Lima; su descripción es tan
detallada y precisa que es fácil imaginar el lugar, sentir la humedad del
ambiente y hasta percibir el olor del mar combinado con el de las basuras que
encuentra a su paso, mientras corre haciendo su ejercicio matutino. Inmediatamente,
introduce el personaje principal de la novela: Mayta, su compañero del colegio
Salesiano. Un hombre extremadamente generoso cuya personalidad, al parecer, lo
lleva a actuar como un revolucionario idealista y soñador.
El recuerdo cambia el
tiempo de la narración: de ese presente nos lleva al pasado, a la época de la
preparación para la primera comunión y, con una simple pregunta, nos regresa al
presente, cuando han pasado muchos años. El narrador y Alejandro Mayta
sostienen una conversación y este cuenta situaciones difíciles por las que tuvo
que pasar: frustraciones, equivocaciones, enemistades, persecución política,
comisarías, cárceles, clandestinidad, para terminar en el olvido y en el
anonimato.
Una parte de la novela
se desarrolla en Lima, en sectores deprimidos de la ciudad; contrasta la
descripción del barrio y de las calles, en la época en que el narrador fue
estudiante, con la actual, veinticinco años después, cuando hace entrevistas
para reconstruir un suceso y, con esos datos, escribir su novela mientras le
cuenta al lector sobre su trabajo de escritor. Otra parte, la ubica en los
Andes peruanos, básicamente en la ciudad de Jauja, en donde se realiza el
intento fallido de revolución.
Al terminar de leer la
novela uno se pregunta: ¿Mayta existió? ¿Era homosexual realmente o solo en la
ficción? ¿Qué tanta verdad tiene el relato? ¿Qué pasó con esos intentos de
revolución en Perú y en otros países latinoamericanos?
Con esa inquietud me
aventuré a averiguar la realidad y encontré que, estando Mario Vargas Llosa en
París, en mayo de 1962, leyó una noticia en Le
Monde sobre el primer ensayo de revolución marxista-leninista en Jauja
encabezado por un subteniente de la Guardia Republicana, Francisco Vallejos
Vidal, el sindicalista Jacinto Rentería y el líder campesino Vicente Mayta
Mercado.
Veinte años después,
cuando el suceso estaba casi olvidado, Vargas Llosa lo retomó y volvió a la
situación de reportero con la que inició su carrera literaria. Buscó toda la
información que se había publicado, entrevistó a los sobrevivientes y testigos
de la insurrección con el fin de reconstruir la figura del protagonista de la
revuelta en Jauja.
Vargas Llosa, en varias
de sus obras —¿Quién mató a Palomino
Molero? (1986), El hablador
(1987), Elogio de la madrastra
(1988), Lituma en los Andes (1993) y Los cuadernos de Rigoberto (1997)—,
entre otras, utiliza la técnica de reconstruir la realidad para contarla de
nuevo desde la ficción de la literatura. —Como lo dice en la página trescientos
veinte de Historia de Mayta: «En una
novela siempre hay más mentiras que verdades, una novela no es nunca una
historia fiel»—. Expone la vida de Perú con sus correspondientes conflictos de
tipo racial, sexual, moral y político, sin disimular sus carencias y con una
gran preocupación social. Cuenta la historia de alguien y esa historia se
confunde con la vida que él vivió como estudiante, miembro de una familia de
clase media, y como político, interesado en cambiar el rumbo de su país, en
caso de haber sido elegido presidente.
En este punto,
encuentro el gusto por escribir reseñas. Con la idea de hacerlas, mi lectura es
más atenta: busco el narrador, el tiempo en que se narra, observo la técnica y
el estilo del escritor. Cada novela me genera interés por aspectos distintos:
en este caso, la forma de escribir los diálogos, de describir personas y
lugares, porque la Historia de Mayta
es primero historia y luego lenguaje, aunque también estoy de acuerdo con las
palabras de Azorín, que Fernando Vallejo cita en su libro logoi, : «Las lecturas que se hacen para saber, no son, en
realidad, lecturas. Las buenas, las fecundas, las placenteras, son las que se
hacen sin pensar que vamos a instruirnos». Finalmente, la escritura de reseñas
me permite conocer, en algunas obras, los hechos que llevaron al autor a
escribir su relato.
Y aquí me surgen otras
inquietudes: ¿por qué esta novela de Vargas Llosa es tan poco conocida? ¿Por
qué las editoriales se encargan de divulgar ciertas obras de un autor y otras
no? ¿Qué interés hay en presionar a los lectores, mediante la publicidad, a
leer lo que ellos consideran conveniente?
Norha Stella Mendieta
V.
4 de septiembre de 2013
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