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Imagen que publicó la revista Cronopio |
Publicada en la edición 54 de la revista
Cronopio (septiembre de 2014)
Puntadas
de una espía española
El
tiempo entre costuras
María Dueñas (2009)
Editorial Temas de hoy
475 páginas
Siempre me han gustado las novelas
históricas. Es una posibilidad de aprender mientras hago lo que más me gusta:
leer; y las disfruto mucho más cuando la narración está bien escrita, cuando se
combinan escenarios, hechos y personajes reales con la ficción del escritor.
Esta combinación me lleva a investigar y a descubrir sucesos, y si no fuera por
el interés que me suscita el tema de este tipo de novelas, no me motivaría a
profundizar en la historia verdadera. Fue lo que me sucedió cuando leí El hombre que amaba a los perros escrita
por Leonardo Padura, (sobre Lev Davidovich Bronstein —León Trotsky—), El Imperio eres tú escrita por Javier
Moro, (sobre Pedro I), ganadora del Premio Planeta 2011 y lo que intuyo que
puedo encontrar en Prohibido entrar sin
pantalones de Juan Bonilla, (sobreVladimir Maiakovski), ganadora de la
Primera Bienal de Novela de Lima 2014.
La novela El tiempo entre costuras nos remonta a
unos años antes de la Guerra Civil Española porque el personaje principal es
una joven llamada Sira Quiroga nacida en Madrid en 1911. En esa época el rey
era Alfonso XIII, quien nació siendo rey, pero asumió el poder a los 16 años,
en mayo de 1902.
Desde las palabras con
las que se inicia el primer párrafo («Una máquina de escribir reventó mi
destino») percibí la historia de una mujer, pero nunca me imaginé que su
narración me llevaría de Madrid al norte de África, a Tetuán y a Tánger,
lugares alejados de nuestros intereses turísticos, en donde existió el
Protectorado Español desde 1812 hasta 1956 cuando Marruecos logró su
independencia; y a una breve pero intensa estadía en Lisboa.
La Guerra Civil
Española ha suscitado innumerable bibliografía: textos históricos, novelas, cuentos,
poemas… y esta novela, a pesar de que habla de la guerra, no es una narración
bélica. Las amplias y bien logradas descripciones de cómo vivió la gente en
España durante esa época y en Marruecos, cuyo ambiente exótico y cosmopolita
reunió personas de varias nacionalidades (españoles, ingleses, alemanes,
árabes…) se mezclan, en forma hilada, fluida y coherente con sentimientos
profundos generados por el amor, el desamor, las traiciones, las aventuras, la
corrupción, la intriga, el misterio, la ternura y el espionaje.
La infancia y la
adolescencia de Sira Quiroga pasan rápido, solo nos deja clara su procedencia
humilde pero cómoda y feliz, con las dificultades que vive una costurera
asalariada para criar a su hija; y el aprendizaje que, desde los doce hasta los
veinte años, tuvo en el negocio de una señora que cosía prendas excelentemente
cortadas y cosidas para las señoras distinguidas de Madrid, en donde trabajaba
la madre.
Esas circunstancias no
le generaron, a Sira, grandes proyectos para el futuro. Por lo tanto, cuando
tenía veinte años y recién se declaró la Segunda República Española (régimen
político democrático que existió en España desde 1931 hasta 1939, fecha en la
que terminó la Guerra Civil Española dando paso a la dictadura del general
Francisco Franco) conoció a Ignacio y dos semanas después empezaron a hablar de
matrimonio.
Pocos días antes de la
boda, en vista de que la situación política española obligó a burgueses y a
aristócratas a salir de la capital y en muchos casos del país, el taller, ante
las dificultades económicas que vivía la sociedad, tuvo que despedir a todas
las costureras. Ignacio le propuso a Sira ir a un almacén a comprar una máquina
de escribir para que la aprendiera a manejar y acceder así a un cargo en el
gobierno.
[…]
Cómo podríamos ser conscientes de que con aquel acto tan simple, con el mero
hecho
de
avanzar dos o tres pasos y traspasar un umbral, estábamos firmando la sentencia
de
muerte
de nuestro futuro en común y torciendo las líneas del porvenir en forma
irremediable
(Dueñas, 2009, p. 13).
La atracción desbocada
que otro hombre le hizo sentir la lleva a conocer un tipo de vida; a cancelar
el matrimonio, a independizarse de la madre, a visitar otros lugares de Madrid
con sus locales sofisticados, los sitios de moda, los espectáculos, los
restaurantes y la vida nocturna.
Las circunstancias
posteriores (una gran herencia entregada por el padre, hasta ese momento
desconocido, y un premeditado engaño) la llevaron, pocos meses antes del Golpe
de Estado de 1936, a Tánger, una ciudad que se mantuvo siempre independiente,
desde el punto de vista administrativo, del Protectorado español. Y allí fue
como, también, Sira Quiroga aprendió que «en cualquier momento y sin causa
aparente, todo aquello que creemos estable puede desajustarse, desviarse,
torcer su rumbo y empezar a cambiar» (p.47).
Otro giro del destino,
esta vez mucho más cruel, la lleva a la ciudad de Tetuán, capital del
«Protectorado español en Marruecos». Allí, sola, abandonada, abrumada por unas
deudas ajenas y con el riesgo de entrar en prisión, recibe el apoyo de una
«matutera», quien descubre en ella sus grandes habilidades para la costura.
Con un dinero
conseguido de forma oscura e ilegal, Candelaria, «la matutera», le ayuda a Sira
a montar un taller de alta costura y ese oficio le permite establecer una
relación de amistad con Rosalinda Fox, la amante de Juan Luis Beigbeder,
ministro de Asuntos Exteriores durante la primera etapa del franquismo. Las
reuniones frecuentes con ellos le dan la oportunidad de conocer a Ramón Serrano
Súñer, cuñado de Franco, más conocido con el apodo de «Cuñadísimo», y al jefe
de la inteligencia británica en España, Alan Hug Hillgarth. Tales
personalidades llevan a Sira a forjar una nueva identidad y a comprometerse en
una situación de espionaje en la que las telas, los diseños y la moda son la
fachada que le permite enfrentar los peligros de su misión.
La evolución personal
de Sira a lo largo de la novela es formidable. De aquella muchacha sencilla,
dependiente y tradicional pasa, a través de errores y sufrimientos, a ser una
mujer fuerte que asume firmemente las riendas de su vida y que luego de
entregar el resultado de su trabajo piensa:
[…]
En sus ojos había visto fraguarse una imagen distinta de mí: su fichaje más
temerario,
la costurera inexperta de potencial prometedor, pero incierto, se le había
transformado
de la noche a la mañana en alguien capaz de resolver cuestiones
escabrosas
con el arrojo y el rendimiento de un profesional. Tal vez careciera de método
y
me faltaran conocimientos técnicos; ni siquiera era una de los suyos por mi
mundo, mi
patria
y mi lengua. Pero había respondido con mucha más solvencia de lo esperado y eso
me
ponía en una nueva posición en su escala.
Tampoco era exactamente alegría lo que notaba
clavado en los huesos mientras
los
últimos rayos de sol acompañaban mis pasos de vuelta a casa. Ni entusiasmo, ni
emoción.
Quizá la palabra que mejor encajara en el sentimiento que me invadía fuera
orgullo.
Por primera vez en mucho tiempo, tal vez por primera vez en toda mi vida,
me
sentía orgullosa de mí misma. Orgullosa de mis capacidades y de mi resistencia,
de
haber superado airosamente las expectativas que sobre mí existían. Orgullosa al
saberme
capaz de aportar un grano de arena para hacer de aquel mundo de locos un
sitio
mejor. Orgullosa de la mujer que había llegado a ser. (pp. 451-452).
Esta novela, que
encontré en la red, escrita en primera persona, tiene una secuencia temporal
lineal, con algunas referencias al pasado, y un excelente manejo de los
diálogos combinados con la narración de todas las situaciones, sensaciones y
emociones que Sira vive en los diferentes lugares. El estilo poco común de
describir los lugares, las personas y sus atuendos, las comidas y las
costumbres motivan al lector a conocer y a aprender sobre Marruecos. La
presentación de los personajes históricos con las reales características
físicas, personales y emocionales reflejan una documentación e investigación exhaustiva
que, combinados con la ficción, le dan una gran credibilidad a la historia.
La autora lleva de tal
manera la historia que la atención no decae en ningún momento. En las 475
páginas, no encontré ningún bajón en el interés que me proporcionó la novela
desde que la empecé a leer.
Luego de cuatro partes,
de sesenta y nueve capítulos y de un resumen, María Dueñas nos presenta un epílogo
en el que el lector tiene la posibilidad de acomodar el final, seleccionándolo
de varias opciones y nos cuenta el desenlace de la vida de cada uno de los
personajes reales. Finalmente, en dos páginas, la autora escribe unas notas en
las cuales hace un reconocimiento a las fuentes que le permitieron escribir la
parte histórica de la novela, de una manera rigurosa y detallada.
Por otro lado, la
crítica que se hace a la adaptación cinematográfica de las novelas es, con
frecuencia, negativa, porque preferimos dejar que sea nuestra imaginación la
que recree las situaciones, pero hay algunas películas que nos han impactado
tanto como la lectura. Es el caso de El
niño con el pijama de rayas, novela escrita por John Boyne; la película fue
dirigida por Mark Herman. Otro ejemplo es Soldados
de Salamina, escrita por Javier Cercas, adaptada por el director de cine
español David Trueba y estrenada en 2003. Cuando me enteré que la cadena de
televisión española Antena 3 estaba presentando una miniserie, compuesta por
once episodios, de la novela El tiempo
entre costuras, la busqué en repetidas ocasiones, pero solo logré ver
algunos avances de capítulos de dos o tres minutos cada uno. En ellos logré ver
localizaciones reales, vestidos de la época y decorados muy bien tratados que
me ayudaron a recrear mucho más la historia. Al terminar la serie, en octubre
de 2013, Antena 3 consiguió el beneplácito del público español que consideró
que fue el mejor estreno de la temporada y volvió a situar el libro como la
obra más leída en el año 2012.
Más que la narración en
sí y la superación personal de una mujer (Sira Quiroga), la lectura de esta historia
me generó una especial admiración hacia la escritora María Dueñas. No es
frecuente encontrar «una escritora tardía y de arranque súbito», como ella se
cataloga, que logra que su primera novela, El
tiempo entre costuras, haya vendido más de un millón de copias y haya sido
traducida a más de veinte idiomas.
Es posible que su
profesión, la filología, y su actividad permanente como docente universitaria
le hayan proporcionado parte de los elementos que se requieren para escribir,
pero hay otras condiciones específicas que utiliza tales como el ritmo, la acción
permanente, la estructura en pequeños capítulos que terminan en situaciones
intrigantes, la descripción de escenarios geográficos fascinantes, de personajes
interesantes, tanto los reales como los ficticios, y el manejo de los diálogos,
que consiguen desarrollar en el lector una cercanía afectiva con la narración.
Todas estas condiciones me motivan a la lectura de su segunda novela Misión olvido.
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